LAS INJUSTICIAS DEL JUICIO A JESÚS: UNA MIRADA JURÍDICA

Una columna por Luis Tiffaine

Con la llegada de Semana Santa, una fecha que nos invita a reflexionar sobre la vida y muerte de Jesús, y en la que muchos disfrutamos de unos días de descanso, quiero compartir en esta columna mis impresiones sobre un libro que me hizo pensar desde una perspectiva jurídica: El proceso de Cristo, de Ignacio Burgoa.
Más allá de lo religioso, mi intención es analizar el juicio de Jesús desde un punto de vista estrictamente legal. El libro detalla el procedimiento judicial al que fue sometido Jesús, destacando las irregularidades y violaciones a las leyes de la época que resultaron en una sentencia de muerte profundamente injusta.

El proceso estuvo lleno de fallos legales. A continuación, enumero algunos de los más graves:

  1. Falta de transparencia: El juicio de Jesús no fue público ni transparente. Se llevó a cabo de noche, a puertas cerradas, en la casa de Caifás, el Sumo Sacerdote, sin la presencia del Sanedrín, el tribunal judío que debía participar.
  2. Negación del derecho a la defensa: A Jesús no se le permitió presentar testigos que hablaran a su favor, mientras que la acusación usó testigos falsos para incriminarlo.
  3. Imposición ilegal de la pena: Los judíos lo condenaron por blasfemia, pero lo sentenciaron a la crucifixión, una pena que no existía en el derecho hebreo para ese delito. Según la ley judía, la blasfemia se castigaba con lapidación (muerte a pedradas). Además, el derecho romano tampoco contemplaba la crucifixión para delitos religiosos.
  4. Ausencia de revisión de la sentencia: La ley judía exigía que, en casos de pena de muerte, la sentencia fuera revisada tres días después, permitiendo nuevas pruebas a favor del acusado. En el caso de Jesús, la sentencia se ejecutó de inmediato, sin posibilidad de apelación.
  5. Irregularidades con Poncio Pilatos: Según el derecho romano, toda pena de muerte debía ser aprobada por el gobernador, en este caso, Poncio Pilatos. Pilatos intentó evadir la responsabilidad al menos cuatro veces, delegando la decisión a los judíos con la conocida frase “me lavo las manos”.
  6. Cambio arbitrario del delito: Para justificar la crucifixión, el Sanedrín cambió la acusación de blasfemia a sedición, un delito que sí se castigaba con crucifixión en la ley romana. Esto es como si hoy alguien acusado de un delito menor, como un accidente de tránsito, fuera condenado por un crimen grave, como secuestro, sin haber sido juzgado por ello.
    En resumen, Jesús fue condenado a muerte por blasfemia, pero ejecutado por sedición, un delito por el que nunca fue formalmente juzgado. Este caso es un claro ejemplo de una aberración jurídica, donde la política, y no la justicia, determinó el resultado.
    Han pasado miles de años, pero nuestro sistema de justicia sigue enfrentando problemas similares. Todavía vemos casos en los que, para culpar a alguien, se cometen todo tipo de irregularidades, dejando a inocentes en situaciones injustas. En México, hemos vivido una crisis de justicia durante años. Aunque las reformas judiciales han intentado reducir la corrupción y mejorar la impartición de justicia, aún queda mucho por hacer.
    Depende de nosotros —ciudadanos, abogados, jueces— trabajar para que el derecho recupere su propósito original: ser justo, ético y siempre buscar el bien común.
    Espero que en estos días de descanso, además de relajarnos y disfrutar, podamos regresar con la motivación de hacer las cosas mejor. Nos seguiremos leyendo ocasionalmente para hablar de temas jurídicos y legales que nos afectan día a día.
    Nota: Gran parte de la información proviene del libro El proceso de Cristo de Ignacio Burgoa Orihuela, Porrúa, México, 2008, 8ª edición, 86 páginas.

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